por Susana Paz
Ciudad Universitaria, CDMX. 30 de agosto de 2021.- El mezquite (Prosopis laevigata) es un árbol generoso, con ramas espinosas, hojas minúsculas y flores acomodadas en racimos que atraen a las abejas. Es una leguminosa, pariente del frijol, con frutos que son vainas largas y que, como planta nodriza, cumple un papel importante en la riqueza de los suelos al fijar el nitrógeno atmosférico y permitir la recarga en agua del manto freático.
Se distribuye geográficamente en casi todo México (norte, centro y sur), en donde se han identificado 11 especies pertenecientes al grupo Algarobia, característico de las áreas desérticas y semidesérticas.
En la zona del Valle del Mezquital, en el estado de Hidalgo, el mezquite tenía, hasta hace unos años, una importancia cultural que se expresaba en sus múltiples usos y en el cuidado que se le profesaba. Sin embargo, actualmente se encuentra en un grave estado de deforestación debido a múltiples factores, entre ellos, la migración que trae consigo cambios en la cosmovisión indígena y con ello en sus usos y costumbres; el cambio de uso de suelo a áreas de cultivo y, además, a su desvalorización por erosión cultural.
Desde 2008, Nathalie Cabirol, investigadora de la Facultad de Ciencias (FC), Marcelo Rojas Oropeza, profesor de asignatura, y su equipo, trabajan en el Valle del Mezquital, primero en una comunidad hñähñu llamada El Alberto, en el municipio de Ixmiquilpan, y después han extendido su trabajo a otros municipios como El Cardonal, en donde han abordado sus propuestas de forma transdisciplina.
Se trata de un proyecto integral, en donde abordan la percepción cultural de la comunidad, con sus usos y costumbres, en el que detectaron el problema de erosión cultural; otra parte es la identificación de microorganismos en la raíz del mezquite para elevar el nivel de fertilidad del suelo y un último en el que estudian las plagas, todo ello encaminado a un programa de manejo forestal.
Resultado de su investigación, han publicado recientemente tres artículos, uno en la revista Environmental and Sustainability Indicators, en donde muestran las diferentes aristas que enfrenta esta especie para evitar su deforestación en aras de lograr una gestión sostenible.
La línea de investigación que sigue el grupo de trabajo de Nathalie Cabirol es “Ecología microbiana funcional del suelo y protección ambiental”, por lo que parte sustancial de sus estudios se basa en la identificación de los microorganismos y bacterias que habitan en la raíz del mezquite y que son las fijadoras de hidrógeno.
En principio, se acercaron al conocimiento de los usos y costumbres de los pueblos originarios en donde trabajan y con quienes colaboran para mejorar el cultivo y cuidado de este árbol que tiene una enorme importancia tanto ambiental como cultural.
“Iniciando el trabajo de investigación en el Valle del Mezquital nos acercamos a una comunidad indígena hñähñu, ellos tienen un proyecto ecoturístico entonces la inquietud fue todo su manejo de los recursos naturales, como la producción de desechos, el uso del agua, entre otros. Empezamos a trabajar con la comunidad El Alberto y ahí se vieron varias problemáticas. En este trabajo que iniciamos con ellos también nos interesamos en sus usos y costumbres, porque es un pueblo originario. En los proyectos es importante considerarlos porque no vamos a imponer una técnica sobre, por ejemplo, como reforestar, eso tiene que ser en armonía con sus usos y costumbres. Por ello nos acercamos con varios enfoques”, explicó Nathalie Cabirol.
Con financiamiento de la Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA) resultado de los acuerdos de América del Norte, Estados Unidos, Canadá y México, quienes otorgaron recursos a la Facultad de Ciencias, la Facultad de Ingeniería y a la comunidad indígena, se basaron en un proyecto transdisciplina, es decir, se asociaron con ingenieros, biólogos de diferentes especialidades como botánica, ecología microbiana, suelo y fertilidad. Este financiamiento permitió construir un invernadero comunitario dentro del poblado.
Durante dos temporadas trabajaron en el invernadero; sin embargo, por problemas de corte político local detuvieron el cultivo de los mezquites en la comunidad; no obstante, lo continúan haciendo en la Facultad de Ciencias.
“Con el trabajo de varios alumnos —especialmente de Angélica Ortiz, que está haciendo su licenciatura—, y con una colega con quien he colaborado durante muchos años en el Instituto de Agronomía de Francia, aislamos microorganismos que están en simbiosis en el árbol del mezquite. Se trata de una leguminosa que es capaz, gracias a esa simbiosis de microorganismos, de fijar el nitrógeno atmosférico. Por eso se encuentra en sistemas áridos como el Valle del Mezquital, y es una planta nodriza, una planta madre que permite que las otras plantas se puedan desarrollar porque aporta el nitrógeno en el suelo”, expresó la investigadora.
En su primera temporada el porcentaje de reforestación fue muy bajo. Preparaban los árboles directamente con suelo que iban a buscar a los cerros con la gente del pueblo. Tomaban un poco de suelo de mezquite y lo usaban para que germinara la semilla con ese suelo enriquecido.
Los microorganismos con la planta forman lo que se llama nódulos a nivel de la raíz, unas bolsitas en las cuales se encuentran las bacterias capaces de fijar el nitrógeno. A través de la formación de esos nódulos, en el Instituto de Agronomía de Francia han aislado 39 cepas de estas bacterias y con en el invernadero de la FC, analizan las bacterias eficientes en la fijación del nitrógeno.
“No todas las bacterias que se encuentran en los nódulos son capaces de fijar el nitrógeno, entonces las tenemos que comprobar. Seleccionando las que son eficaces para la fijación de nitrógeno, podemos así preparar los mezquites en el invernadero con esa preparación simbiosis de las bacterias, para así permitir un mayor éxito de reforestación de los árboles”.
En este estudio integral, una parte determinante es la percepción cultural del mezquite y cual es su manejo en la comunidad. Para la investigadora, esto es importante entenderlo porque en un estudio transdisciplina los primeros que van a llevar el proyecto son la sociedad; en este caso se trata de un pueblo indígena.
“El mezquite es parte de sus usos y costumbres, es un ingrediente importante, por ejemplo, de la barbacoa, si en su preparación no se usa la leña de mezquite no va a tener el mismo sabor. Es parte de su vida cotidiana. Todos los días en las familias hay una fogata en la casa donde van a cocinar sus tortillas, con leña de mezquite. Pero, en realidad, nos dimos cuenta que hay muchos usos que ya se perdieron”.
Por ejemplo, su uso medicinal, pues lo utilizaban en té para el dolor estomacal y también le atribuían propiedades para tratar diabetes. El equipo identificó que en la comunidad el mezquite tenía alrededor de 25 usos, pero ahora sólo quedan dos: lo usan como leña y como sombra.
“Si uno se pone debajo de una palmera, porque ahora llegó al valle una variedad de palmera, es el corredor de los balnearios y llegan desde Veracruz muchas palmeras adultas con una alto costo ambiental y energético. Las ponen en los balnearios y quitan todos los mezquites; pero una palmera no te da la misma sombra y frescura que un mezquite. Leña y sombra son los dos únicos usos actuales en la vida cotidiana”.
Aunado a esto, registraron más de 60 por ciento de reforestación de mezquites en la comunidad después de la entrada de los sistemas de irrigación de aguas negras que llegan de la Ciudad de México. Gran parte del Valle del Mezquital tiene irrigación de aguas negras lo que ha permitido tener la actividad de agricultura; más del 60 por ciento de la verdura que llega a la ciudad viene de allá.
Esto ha provocado un cambio sustancial en el paisaje del valle porque quitan mezquites para poder cultivar. A la larga —afirma la investigadora—, sus suelos pierden fertilidad, “ahí es donde estamos trabajando con ellos para que recuperen los mezquites y los usen para la fertilidad del suelo”.
La erosión cultural viene por factores indirectos, como lo descrito en el cambio de uso de suelo, pero otro factor es la migración. Se trata de pueblos marginalizados, vulnerables, que sufren de pobreza, entonces la mayoría, desde los años 80, empezaron a migrar a Estados Unidos. De El Alberto la mayor parte se encuentran en Las Vegas, Utah y Arizona.
“Esto ha provocado una erosión cultural, porque obviamente uno cambia de país y va a querer adoptar lo del otro. Pero conservar la identidad es muy importante. En otro trabajo hemos visto que el mezquite les representa su periodo de cuando eran pobres, porque era uno de los pocos alimentos que comían. Cocinaban las vainas del mezquite, y ahora no quieren comer eso porque les recuerdan los momentos cuando eran pobres”.
Una de las propuestas que han hecho a la comunidad es renovar el consumo de esas vainas, con las que se puede elaborar harina, la cual es altamente nutritiva y libre de gluten, lo que podría significarles una opción de negocio. También se puede hacer miel de mezquite, que es muy rica nutricionalmente, es decir, hay muchos usos que puede redescubrir para revalorar este árbol.
Otra línea de investigación es sobre las plagas que afectan al mezquite. Al ser una vaina tiene los mismos problemas que el frijol, como el ataque de gorgojos. Eso daña las semillas y afecta tanto a nivel natural como a nivel de un sistema de reforestación de invernadero.
La relación del mezquite con la fertilidad del suelo es otro aspecto de su investigación, en el que han registrado resultados a nivel de estructura vegetal, en suelos conservados, suelos agrícolas y datos sobre la fertilidad de suelo.
Eso los ha llevado a un programa de manejo forestal, donde se puede usar el mezquite a nivel reforestación en zonas conservadas. También se puede utilizar en agroecología, usar los mezquites en campos agrícolas para hacer agrosilvicultura. Es decir, en el campo de cultivo tener la milpa y mezquites, en esa misma área pueden producir miel, vender leña y, sobre todo, tener en un campo con suelo fértil y rico gracias al mezquite.
Su propuesta es que a través de esto se puede tener un programa de manejo forestal completo, tomando en cuenta todos los aspectos, tanto culturales, sociales, económicos como biológicos y ambientales.
“Sabemos cuáles son los microorganismos y las bacterias que están presentes para fijar el nitrógeno. Estamos estudiando el tratamiento de las plagas para proteger las semillas, tanto en campo como invernadero. Colegas del Cinvestav han trabajado sobre la harina del mezquite, están siguiendo los posibles productos que se pueden obtener. Todo esto dentro de un concepto de manejo sustentable del mezquite, que es un árbol muy valioso, con muchos servicios ecosistémicos”.
Su trabajo se ha extendido a otras comunidades de Ixmiquilpan, quienes se han acercado a ellos para colaborar. Desde hace dos años trabajan también en el municipio de El Cardonal en donde, incluso, han apoyado a las autoridades locales a hacer su plan de desarrollo sostenible municipal.
Actualmente están en busca de financiamiento para poder seguir con el proyecto. En la Facultad de Ciencias siguen preparando toda la parte microbiológica, mientras se continúa con el programa de reforestación.
Para la doctora Nathalie Cabirol, el mayor reto es la concientización y colaboración con la gente en campo. “Hay mucha erosión cultural que lleva a que hay un gran trabajo que hacer en la revalorización del mezquite. Nos preocupa la revalorización cultural de este árbol. Hemos avanzado en la comunidad El Alberto, confiamos en que poco a poco todo ese trabajo pueda expandirse a las otras comunidades”.