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Luis Alcaraz, el “oficio” de la ciencia y el Reconocimiento Distinción Universidad Nacional

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Luis Alcaraz, el “oficio” de la ciencia y el Reconocimiento Distinción Universidad Nacional

por Susana Paz

Ciudad Universitaria, CDMX. 20 de noviembre de 2020.- En estos días lo que más disfruta es caminar por las mañanas en compañía de sus caninas Clo, Ciri y Gala mientras escucha música. Para Luis David Alcaraz Peraza, quien acaba de recibir la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos, es en la disciplina y los pequeños detalles donde se encuentran las claves para sobrevivir a estos tiempos. 

Luis Alcaraz es investigador titular A de la Facultad de Ciencias (FC) en el Departamento de Biología Celular y a sus 40 años de edad ya tiene una prolífica trayectoria en investigación y docencia que lo hacen uno de los científicos jóvenes más importantes de la UNAM y del país en el área de ciencias genómicas. 

“Es un orgullo, estoy muy contento por el premio porque además es un reconocimiento a que estamos haciendo bien el trabajo y que la comunidad nos lo reconoce. Pero además es un reconocimiento a toda la gente que se ha cruzado también en mi formación, de todos mis colaboradores; es el resultado de un trabajo en equipo”. 

La luz de una mañana fría de noviembre es intensa. Desde su casa en Ciudad de México y en compañía de sus tres “bichas” que hacen estragos en sus sillones, Luis Alcaraz hace un recuento del camino que lo ha llevado a ser titular del Laboratorio de Genómica Ambiental de la FC, de su pasión por la música, las guitarras y la fotografía, de su trabajo como editor, docente, investigador y divulgador de la ciencia. De todos aquellos “oficios” a los que les entrega su vida cada día. 

De vocación, tortugas e híbridos

Fue a los 17 años cuando supo que quería estudiar biología. Cursaba la preparatoria en el Instituto Cultural de Occidente en Mazatlán, Sinaloa, y después de darle muchas vueltas a lo que quería dedicarse, una de sus profesoras organizó un simposio de tortugas marinas. 

“Nunca he trabajado con tortugas marinas, pero fui a verlo y eran biólogos de todo el mundo dedicados a estudiar todo lo que usted no quería saber de tortugas marinas. Y me llamó mucho la atención cómo gente tan inteligente y relajada, podía dedicarle toda la pasión y toda su vida a algo así. Lo que tenían en común es que la mayoría eran biólogos, y dije, yo quiero ser biólogo”. 

En Mazatlán también decidió que la Facultad de Ciencias era la mejor opción que tenía en el país y que aquí estudiaría. 

“Y con mucho esfuerzo la familia hizo los sacrificios  y tuve el apoyo que tuve para ser un estudiante de fuera aquí en la facultad hace 20 años. Soy el primero que hace ciencia en la familia; mi padre es ingeniero y mi mamá estudió contaduría. Al principio les preocupaba muchísimo de qué iba a vivir siendo biólogo, fue un poco difícil negociar que me venía a Ciudad de México, porque en realidad yo sí le veía futuro a la carrera y tuve todo ese apoyo para poderlo hacer”. 

Cuando llegó a la Facultad de Ciencias fue una experiencia liberadora de dogmas y prejuicios contrastante con haber estudiado previamente en escuelas religiosas. Al principio no tenía claro a qué área se enfocaría, pero algunos profesores empezaron a guiar su perspectiva. 

“Tuve clases fantásticas de bioestadística y de genética con la doctora Patricia Ramos, que somos colegas ahora, a quien estimo mucho y que me cambió el chip de entender que esa área era lo que más me gustaba”. 

También tuvo otra gran influencia con la profesora de bioquímica Luisa Alba Lois.  Se interesó en el área de ecología, donde estuvo algunos años trabajando con Luis Eguiarte y Valeria Souza en la licenciatura, estudiando genética poblacional y con quienes hasta la fecha mantiene colaboraciones. 

“Al final del día con quien hice la tesis y me cambió la perspectiva fue con Víctor Valdés López, un profesor icónico de la facultad que daba el curso de biología molecular. También con Antonio Lazcano, Arturo Becerra, Luis Delaye, que eran de Origen de la Vida y luego Evolución molecular, y de ahí me fui perfilando con todas estas bases de bioestadística, genética, biología molecular, bioquímica y ecología, hasta llegar a ser este híbrido que soy ahora”.

Después realizaría sus estudios de posgrado en el Cinvestav, Irapuato. Y justamente, en un taller al que lo invitaron en esa sede, conocería a la que más adelante sería su asesora de doctorado, la investigadora Gabriela Olmedo Álvarez. 

“Mi proyecto de doctorado terminó siendo un híbrido entre la UNAM y Cinvestav, donde colaboramos con Valeria Souza para secuenciar los primeros genomas que se obtuvieron en Cuatro Ciénegas, de los primeros genomas ambientales que se hicieron en México y cuyo artículo se publicó en 2008”. 

De ese doctorado se logró articular una colaboración entre las dos instancias que lleva ya más de 10 años. De ahí se perfiló fuertemente al área de microbiología ambiental, sobre todo enfocado a la genómica. En Irapuato también lo asesoraría el doctor Luis Herrera Estrella, quien inventó los primeros transgénicos en plantas en el planeta, y su hermano Alfredo Herrera quienes, a su consideración, tenían otra visión de hacer ciencia, muy formal y con un rigor que lo enriqueció mucho. 

En el doctorado conoció al que sería su asesor de posdoctorado en Valencia, España, el doctor Alex Mira. 

“Una persona con una curiosidad científica bárbara. Con él estudié toda la microbiología de la boca humana, de gente que nunca se ha enfermado de caries, aunque no se lave los dientes, y justo la pregunta era ver qué características tenían estas personas y ver si algo tenía que ver. La respuesta corta fue que sí”. 

En ese trabajo descubrieron una serie de microorganismos que tenían las personas sanas que les permiten no desarrollar caries aunque no se laven los dientes. Actualmente, Alex Mira está patentando un microorganismo que van a comercializar como probiótico para prevenir caries.

Después colaboró con el doctor Gabriel Moreno en Canadá, en el área de bioinformática, de microbioma y todos los organismos que viven en el intestino de humanos. Un proyecto muy grande que tuvo que abandonar porque lo contrataron como investigador en el Instituto de Ecología. Fue entonces que inició en 2012 su carrea como investigador de la UNAM. Después tendría la oportunidad de cambiarse a la Facultad de Ciencias en 2017. 

Plantas y genómica

El Laboratorio de Genómica Ambiental, del cual es titular, es un laboratorio joven que lleva trabajando desde 2017. 

“Lo que más nos interesa en el laboratorio, junto con mis alumnos fantásticos, es estudiar las interacciones planta-bacteria, utilizando herramientas genómicas. Estamos viendo, de la misma forma que hice con la boca, pero ahora con las plantas, qué bacterias son las que tiene, en comunidad, una planta en las raíces que la mantienen sana y produciendo”. 

El objetivo a largo alcance es crear un biofertilizante, entendiendo qué bacterias y genes se necesitan para colonizar una raíz de planta para que estas tengan un impacto en el fenotipo de la planta, es decir, que sea una planta con mayor productividad y reduzca el insumo de fertilización química. 

“Estamos haciendo preguntas de investigación básica, para tratar de entender qué microorganismos y qué genes se necesitan para colonizar una raíz, y cómo esto se establece como una comunidad. Por otro lado, entender esto va abriendo perspectivas para hacer aplicaciones, lo que nos interesa mucho”.  

El laboratorio tiene además mantiene colaboración con la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Cuajimalpa, con quienes están estudiando el microbioma de metro, del que han encontrado alrededor de 50 mil tipos de bacterias.

Luis Alcaraz Peraza es miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Recibió el premio de Investigación en Microbiología Molecular de la Sociedad Española de Microbiología en 2012 y, en 2018, fue invitado a colaborar como editor académico (board) de la revista multidisciplinaria PLOS ONE. En 2019, fue invitado a fungir como editor académico en Frontiers in Microbiology y, recientemente, en Frontiers in Genetics.

Cuenta con un total de 54 publicaciones, distribuidas en 41 artículos indizados, siete artículos de divulgación, cuatro capítulos en libros y un abstract indizado. Su trabajo ha generado, hasta el momento, 1962 citas y sus artículos han sido publicados en revistas científicas prestigiosas como PNAS, The ISME Journal, Genome Biology, Scientific Reports, Frontiers in Microbiology, eLife y BMC Genomics, entre otras.

Claves para persistir en el “oficio” de la ciencia

Para Luis Alcaraz dedicarse a la ciencia es un trabajo que requiere mucha disciplina y altas dosis de tolerancia a la frustración. Pero, en primer lugar, los estudiantes deben sentirse orgullosos y seguros de sus capacidades. 

“A los estudiantes de Facultad de Ciencias les diría que son un orgullo para todos, que son de la población más prometedora de gente del país y que tienen un campo de acción muchísimo más grande de lo que se imaginan. La academia es un campo bonito pero no es el único”. 

Y es que considera que hacer una trayectoria académica es uno de tantos caminos que pueden tomar siendo egresados de la FC, porque con el tipo de formación crítica y analítica tienen la capacidad de dedicarse a cualquier área. 

“Dedicarse a la ciencia en realidad es una cosa de muchísimo trabajo. No tienes idea de cuanta gente súper brillante he conocido a lo largo de la carrera científica y que se han quedado en el camino porque no basta ser brillante, no tienen argumentos ni esta disciplina que se requiere para estar ahí diario; porque esto es un oficio que se tiene que practicar todos los días.  Hay que estar leyendo diariamente, hay que estar al día en los temas en que se especializa uno para hacer las cosas bien”. 

Otro aspecto que recomienda desarrollar a los estudiantes es tolerancia a la frustración, porque las veces que les van a decir que no van a ser muchas. Aprender también a tomar positivamente las críticas del trabajo para crecer y que no afecten de manera emocional. 

“Actualmente estamos en tiempos en los que la gente requiere de muchos estímulos positivos por como están las cosas, así que les diría que no se desanimen. Les van a decir que no muchas veces en el camino, lo que es parte del aprendizaje y hay que tomarlo como tal. Y cuando les digan que sí, pues a disfrutarlo”. 

Futuro profesional

Para el investigador, uno de sus objetivos de largo alcance es seguir haciendo todas las actividades que tanto le apasionan. 

“Una parte es dar las clases. Me gusta y me aporta mucho estar con los estudiantes, compartirles esta experiencia. Me gustaría también trabajar más en mantener  actualizado el currículo de la carrera. La parte de docencia con los estudiantes es muy importante para mí, me veo muy comprometido trabajando con los chavos”. 

En el área de investigación se ve invitando y dando el ejemplo a sus estudiantes. Porque la investigación, dice, hace que se mantenga vigente y es una herramienta que va de la mano con la docencia. 

“Me veo haciendo investigación de frontera para mantenerme estimulado y pasarles la experiencia de estar en la frontera del conocimiento directamente a los estudiantes. Ese sería el reto de mantenerse en este nivel de calidad a largo plazo”. 

Otro aspecto también es la labor de divulgación, la cual le parece una actividad muy importante y que no se debe dejar de lado. 

“A largo plazo es como me veo. Haciendo estas tres cosas y durante muchos años. Me gustaría seguir haciendo lo mejor posible mi trabajo, para tratar de darles argumentos y el mejor ejemplo a mis estudiantes”. 

Caminatas, guitarras y fotos

A las siete en punto de la mañana Clo, Ciri y Gala ya están despiertas y ladran apenas ven los primeros rayos del sol. Con todo y el frío, Luis Alcaraz se coloca los audífonos y sale a caminar durante una hora con sus tres “bichas”.  Después hará lo mismo, una hora, durante la tarde. 

“En ese momento del paseo hago otra de las cosas que más disfruto. Escucho música y me desconecto de todo. Y eso me relaja sobremanera. Soy un guitarrista amateur que igual me hubiera gustado hacer una carrera en eso, pero no se puede hacer todo. Cada que puedo saco unas partituras y me pongo a tocar algo. Eso me gusta y me relaja”. 

Tomar su cámara y salir a tomar fotos de animales, plantas o paisajes es otra de sus actividades preferidas. Le gusta, dice, aproximarse a los lugares de esa manera y conocerlos a través de la lente. Además, durante estos meses también ha redescubierto a algunos escritores, como José Saramago o Albert Camus. 

“En realidad todo mi trabajo gira alrededor de la ciencia. Así que cuando no estoy haciendo trabajo de la universidad, soy editor de algunas revistas científicas y entonces estoy leyendo el trabajo de todo mundo. Para mí separar el trabajo de lo que me gusta es difícil porque me gusta mucho lo que hago”. 

Para Luis Alcaraz este reconocimiento que le han otorgado es un premio también para toda la facultad en donde, dice, ha tenido el mejor recibimiento de parte de su comunidad. 

“Es una comunidad fantástica. Estoy muy contento de ser parte de todos ellos y quiero compartirles este premio. Y les diría a los estudiantes que quieran y puedan estar en mi curso que son bienvenidos, doy biotecnología que es un área polémica, pero que es parte de la biología de este siglo. Me siento agradecido con toda mi familia, mis maestros, mis amigos, mis estudiantes, porque todos han formado parte de este trayecto”. 

Científicos favoritos:
Tengo dos. Marie Curie. Es mi ídola y el ejemplo de por qué el principio precautorio no sirve, en sus palabras: “En la vida no hay nada que temer, sólo hay que comprender”. En un mundo de hombres me impacta mucho lo que logró. Y el otro es Frederick Sanger, quien fue doble premio Nobel también y gracias a él toda mi área se desarrolló. 
Libro favorito:
El Castillo, de Franz Kafka. Cada vez que voy a hacer un trámite me siento igual que en la novela. 
Grupo favorito:
Pink Floyd.
Película favorita:
Underground, de Emir Kusturica.
Animal favorito:
Gala, Ciri y Clo.
Lugar favorito:
Casi cualquier punto de la costa del Pacífico.
Lugar favorito de CU:
Donde llevo a pasear a mis perros, detrás de la alberca olímpica.