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Un lugar central en la Facultad de Ciencias ocupa la explanada de Prometeo. Su fuente está coronada por la escultura El Prometeo Quetzalcoatl que se levantó frente a la Facultad de Ciencias cuando se construyó Ciudad Universitaria —actualmente en la explanada de la biblioteca—.
En esta obra se funden dos mitos. El primero es el mito de Prometeo, aliado incondicional de los humanos —se dice que él los moldeó con arcilla—, les proporcionó valiosos conocimientos —como construir una gran arca para salvarse del diluvio provocado por Zeus— y robó el fuego del Olimpo para ellos. Fue por eso que lo hicieron encadenar en el monte Cáucaso, adonde día con día llegaba un enorme águila que le devoraba las entrañas, las cuales se reestablecían durante la noche del ataque de la rapaz. Un castigo eterno para un ser inmortal.
El conocimiento científico ha sido asimilado al fuego por su acción civilizadora, por los beneficios que lleva a la humanidad, de ahí que Prometeo haya sido una figura rápidamente retomada como símbolo de la ciencia.
En la mitología mesoamericana, Quetzalcoatl es el benefactor de la humanidad, él roba los huesos que guardaba Mictlantecuhtli en el inframundo y con ellos crea a los humanos, a él deben sus conocimientos más necesarios así como el mantenimiento de la agricultura ya que simboliza la tierra y el agua.
Su creador, el escultor Rodrigo Arenas Betancourt, nacido en Colombia pero instalado en México desde 1947, tuvo la idea de fusionar ambos mitos en una escultura.