Equipo estudiantil de Ciencias ganan el Concurso Mundial Can-Sat 2025 de satélites enlatados
Por Susana Paz
Un equipo conformado por estudiantes de la licenciatura de Física de la Facultad de Ciencias (FC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ganó el primer lugar del Curso-Concurso Mundial Can-Sat 2025, organizado por el Programa Espacial Universitario (PEU) de la UNAM, en el que participaron más de cien equipos de países como Holanda, Colombia, Argentina, Perú, Guatemala y diversas universidades de México.
Llamado Eggsplorer, el equipo está conformado por los estudiantes Gustavo Castelán Mijangos, Diego Oswaldo Flores Vicente, Karen Mondragón Huerta, Jonathan Uriel Sanjuan Herrera, Fidel Quino Camacho y Andrea Flores Leyva, quienes trabajaron bajo la asesoría del maestro en Ciencias José Luis del Río Valdés, profesor de Ciencias.
Después de cuatro etapas del concurso, a la final llegaron 40 equipos que se presentaron en el Estadio de Prácticas “Roberto Tapatío Méndez”. Esta última prueba consistió en el lanzamiento de los satélites, los cuales fueron colocados en un dron y elevados 300 metros.
Un satélite enlatado (o CanSat, por su denominación coloquial en inglés), es una simulación de un satélite real integrado en un volumen y forma aproximados a los de una lata, y son utilizados como una herramienta educativa para que los participantes se involucren en el desarrollo de simulaciones de misiones espaciales.
Según explica el profesor José Luis del Río, cada satélite llevaba en su interior como pasajero un huevo de gallina, agua y semillas que debían de sobrevivir a la caída. El satélite mandaba datos a una estación en Tierra de presión, altitud, concentración de CO2, etcétera.
Cuando el satélite se encontraba a 200 metros de altura, debía liberar un sistema de autogiro para disminuir la velocidad de caída, cuestión que muy pocos lo lograron. Al caer se medía la distancia entre el lugar de caída y una diana, entre más cerca era mejor.
“En nuestro caso, sobrevivió el huevo de gallina, el agua no se derramó y las semillas llegaron intactas. Solo dos equipos o tres fueron a los que les sobrevivió el huevo; nuestro satélite sí activó el autogiro después de los 200 metros, todo ello fue muy importante para la misión”.
Con este último resultado se hizo la evaluación de los equipos y la premiación se llevó a cabo en el Instituto de Geofísica de la UNAM, donde se citó a los primeros 10 lugares, sin saber todavía el resultado hasta ese momento. Ahí se dio a conocer que Eggsplorer obtuvo el primer lugar.



Para el profesor José Luis del Río, construir un satélite es una tarea compleja porque cada concurso tiene sus especificaciones y presenta diferentes retos.
“Los estudiantes diseñan todo, desde la mecánica, la forma del satélite, toda la electrónica, porque tienen que enviar datos del satélite a la Tierra. Tienen que aprender tanto física, para calcular velocidades y giros, además de que tiene un límite de peso y dimensiones. Por otra parte está la electrónica, quien hace las comunicaciones, que es lo que hacemos en el Taller de Control y Electrónica de la Facultad, les enseñamos a usar microcontroladores con sensores y actuadores, para recabar datos tanto para experimentos como para satélites”.
Por ello explica que el estudiantado aprende, en este tipo de pruebas, tanto electrónica, refuerza la parte de física, sobre todo de mecánica, programación, además de crear muchas habilidades y desarrollar su ingenio, porque también se pide un límite de gastos; entre más barato les cueste les da más puntos, lo que constituye un gran reto. En este caso, el equipo lo construyó con una botella de agua, papel, diurex, cartón, entre otros materiales.
“Todo esto fue increíble y lo lograron. Vencieron a equipos de Holanda y otros países que tienen un presupuesto muy grande, a diferencia de nosotros. Eso fue un logro, que los estudiantes aprendieran a pensar y a enfrentarse a un problema desconocido con la preparación que tienen. Les dio mucha emoción ver que les ganaban a equipos extranjeros con mucho presupuesto, que estaban hasta uniformados. Les dio una gran satisfacción saber que, con esfuerzo y disciplina, pueden obtener grandes resultados y que no deben tener miedo de enfrentarse a equipos de otros países”.
Explicó que en el Taller de Control y Electrónica reside Incubot, el club de robótica de la Facultad, el cual fue pieza clave para la preparación y asesoría del equipo.
El PEU organiza este concurso con el propósito de proporcionar a los estudiantes de nivel superior una oportunidad única para obtener experiencia práctica en un proyecto en el que apliquen sus conocimientos sobre tecnología espacial.
A lo largo de 10 años, el PEU ha consolidado este concurso como un referente a nivel nacional e internacional para los estudiantes que tienen interés en el área del conocimiento espacial y, sobre todo, en vivir la experiencia de una misión con objetivos reales. En este periodo el desempeño de la comunidad de Ciencias ha sido destacado en varias ocasiones.